El matrimonio es ciertamente importante y definitivo en la vida de un creyente, pero no es lo más importante que mencionar de la vida de un cristiano. El matrimonio en esta tierra es temporal, pero nuestra unión con Cristo es para siempre.
Transcripción
Entonces, Kevin y Krystal se van a casar. Esto es realmente importante en sus vidas. Es como un granito de arena en las costas si consideramos toda la eternidad. Esto es importante en sus vidas, pero si sacáramos una balanza y comenzáramos a poner todas las cosas importantes de su vida en esa balanza… Su matrimonio es importante. Va a definir sus vidas de muchas formas, pero no es lo más importante que mencionar acerca de sus vidas. En absoluto. Hay algunas cosas más importantes que mencionar sobre ellos que el hecho de que se están casando hoy. Ellos ya están casados. Dirán: "Espera. ¿Qué?" El aspecto definitivo de sus vidas es su cristiandad. Es eso por sobre todo lo demás… Este día es importante. Pero ese día en que llegaron a Cristo es más importante. Este matrimonio es una cosa. Su matrimonio con Cristo es algo completamente distinto. Este matrimonio es pasajero. Puede que quieran que dure para siempre, pero es temporal. Y lo diremos en los votos: "¿La aceptas hasta la muerte?" "¿Lo aceptas hasta la muerte?" Todo matrimonio aquí presente va a terminar cuando uno de nosotros abandone esta vida. Pero esa unión con Cristo es para siempre. Y esto es algo de lo que habla la Escritura… Así que, lo que pensé que podría hacer es revisar algunos de esos versículos. De hecho, la mayoría de esos versículos que encontramos en la Escritura nos hablan sobre el matrimonio de Kevin con Cristo y el matrimonio de Krystal con Cristo. Escúchenlos. Asimílenlos. Antes de que, en efecto, ellos vengan y se casen… Salmo 45, versículos 10 y 11: "Oye, hija, y mira…" Por supuesto, puede que esto esté dirigido a la hija Israel. El verdadero Israel son los cristianos: judíos o gentiles. Cada cristiano aquí debe oír esto. Se te ordena oír. "Inclina tu oído; olvida tu pueblo..." En otras palabras, de donde viniste… ¿Recuerdas que la Escritura dice: "Salid de en medio de ellos… Salid de ella. Venid."? El Señor nos llama a olvidar a nuestro pueblo y la casa de nuestros padres. "Y deseará el rey tu hermosura; E inclínate a él, porque él es tu señor". Así que sabemos de quién se está hablando aquí. No podemos conocer a Cristo, a menos de que dejemos a nuestra antigua familia. ¿Quién era nuestro padre? Jesús les dijo a los judíos de su tiempo: "Vuestro padre el diablo". No creemos que sea así, pero es la verdad. ¿Y quiénes eran nuestro pueblo? La Escritura nos habla sobre ellos: los hijos de desobediencia, los hijos de ira. Ahora bien: "deja la casa de tu padre, y deseará el rey tu hermosura". ¿Qué belleza? ¿Pecadores? Ah, esta belleza… Recuerden, Efesios 5. Jesús amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por la iglesia, ¿y para qué? Fue para santificarla. Es para purificarla en el lavamiento del agua por la Palabra. a fin de presentársela a sí mismo, una novia gloriosa. De ahí viene la belleza. O piensen en esto… Pablo le dice a la iglesia en Corinto que la celaba, y que quería que estuviese preparada, desposada con Cristo, como una virgen pura. Piensa en eso. ¡Los corintios! ¿Qué sabemos de los corintios? "Y esto erais algunos". ¿Qué eran? Eran lo que nosotros éramos. Un gran grupo de pecadores. Mentirosos, idólatras, fornicarios, homosexuales, borrachos, egoístas, egocéntricos, llenos de orgullo… Esa es la clase de personas que están desposadas con Cristo como una virgen pura. Cristo nos da la belleza que él desea… Pero piensen en ello: él crea a los hijos de Dios, el rey desea nuestra belleza, para que podamos presentarnos ante él. Lo sé, lo vi en tus ojos, hermano. Miraste y viste a tu esposa caminando por el pasillo. La admirabas. Jesucristo también admira a su esposa. Él admira a estas dos personas, y hay algo hermoso. Él los ama. Dio su vida para que ellos pudieran ser hechos hermosos, como vírgenes puras. No importa si tuviste un trasfondo como el de los mismos corintios… Vírgenes puras, eso es lo que la sangre de Cristo, la muerte de Cristo, está realizando. Escuchen esto. Isaías 54:5, dice: "Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre". Acabamos de cantar "por amor a los perdidos". El Señor nuestro Hacedor es nuestro Esposo. Él hace que una miserable sea su esposa. Y cuando el Señor crea una esposa para Él, va a crear a una esposa digna de Su nombre. Cristiano, ¡piensa en quién eres! Te están convirtiendo en una esposa aceptable para el mismísimo Hijo de Dios. Eso es lo que está pasando. Y Su nombre es Señor de los ejércitos. ¡Hay poder! Él es capaz. Sin importar cuán sucios estemos, Él es capaz de quitar esa mancha. Él la fuerza y el poderío. Él tiene la autoridad. Hay poder en ese nombre. Hay salvación en ese nombre. Escuchen esto. Oseas 2:19 dice: "Y te desposaré conmigo para siempre; Te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová". Asimilen eso. En la Escritura, nos damos cuenta de esto: conocer al Señor no significa conocer algunos hechos sobre Él. Adán conoció a Eva, y ella concibió un hijo. La intimidad física más cercana… Lo que se nos está diciendo es que estando desposada con él para siempre, llegaremos a conocerlo. Aquí hay una imagen. Cristo nos está atrayendo a él, con el más cercano de los afectos, el más cercano de los cariños, la más cercana de las intimidades, para siempre. Estamos hablando de la cristiandad. Esta es la realidad más importante de estas dos personas. Ellos son cristianos. Ese es el elemento más característico. Desposados, casados con Cristo. Es la iglesia la que habla: "Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven". Ese es Cristo. Ella está diciendo que eso es lo que Él le dice. ¿No es eso lo que él nos dice a nosotros? Él nos llama, incluso en esta vida. "Ven. Ven". Incluso en su matrimonio, Él te va a llamar, hermano, "ven". Y a ti, hermana, "ven". Incluso aparte el uno del otro, "ven". Independientemente de lo dulce que será su unión, Cristo sigue estando casado con ellos, con un matrimonio eterno, y nos llama a ir a él. Juan el Bautista, ustedes lo recuerdan. Él apuntó a Cristo y dijo: El que tiene la esposa, es el esposo. No la iglesia, ni el predicador, ni ningún otro hombre, ni el mismo Juan… Es Cristo quien tiene la esposa. Solamente él es el novio. Él es quien la tiene. Ella pertenece a él y a nadie más. Nuevamente, en el Cantar de los Cantares, "Yo soy de mi amado, y conmigo tiene su contentamiento". Hermanos, lo que tenemos que reconocer es que: este hombre desea a esta dama. Pero esa es la sombra. Eso es lo que Dios diseñó para que todos nosotros podamos mirar allá y decir: ¡Vaya! Es como dar un paseo bajo el sol. Es como ver a tu hijo correr bajo el sol, y lo miras y ves como se refleja la sombra en el suelo, y eso es. No es la realidad. Ah, claro que es muy real en cierto sentido. Pero es lo que Dios diseñó para que pudiéramos entrever, para que pudiéramos tener una idea… Pero tenemos esto, Romanos 7, versículo 4, donde el apóstol Pablo les dice a los cristianos en Roma: "Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto…" Y pongan atención a esto. "…habéis muerto a la ley". Acaba de describir a una mujer que tiene un marido, y su marido muere, y ahora se casa con otro esposo. Y dice: "Habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro". Cristiano, nuestro primer marido fue la Ley. Nuestro segundo marido es Cristo. "…para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios". Alguna vez estuvimos casados con la Ley. No era un esposo condescendiente, ya que no mostraba piedad. Era muy estricto y muy duro. Y en el momento en que arruinamos las cosas, nos maldecía todo el tiempo. Era cruel con nosotros. Pero en Jesús encontramos un Esposo dulce. Uno que ha puesto Su vida por nosotros. Nos libertó. Y murió y se levantó de entre los muertos. Y es en Él que nos hemos transformado en un árbol que da muchos frutos a Dios. Y entonces, cuando vamos al último libro de la Biblia, ahí, donde finaliza la Escritura, dice: "Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y Su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos". Y oigan esto: "Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero". Hermanos, hay muchos de los que estamos aquí que ya hemos recibido nuestra invitación. Algunos todavía no la han recibido, y los alentamos a que lo busquen a Él. Deben desear ser invitados a ese banquete matrimonial. Bienaventurados los que tienen esa invitación. Es una bendición estar aquí hoy. Pero ¿saben…? Podrían faltar a esta boda. Pero no les gustaría faltar a esa otra boda. Ese banquete matrimonial está sobre todos los demás. Esa es la realidad definitiva más grande de los cristianos y de estas dos personas. La unión con Cristo. Hermanos, vamos a cantar tres canciones más, y entonces vamos a proceder con el matrimonio de ellos.