El Evangelio son las buenas nuevas de cómo un hombre puede estar bien con Dios. Sin embargo, aquí es donde topamos con el más grande e imaginable obstáculo a la salvación del ser humano: ¿Cómo puede un Juez que es absolutamente justo y recto justificar (declarar justo) a un criminal que es absolutamente culpable y condenado? ¿Cómo puede un ser humano escapar de la condenación del infierno? Dios mismo nos dice que “El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos son igualmente abominación al SEÑOR.” Hay una sola respuesta. Un hombre puede estar bien con Dios solamente por medio de la vida y muerte del Señor Jesucristo a su favor. “Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz. “Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él.” Solamente Cristo puede hacernos justos ante Dios.

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¿Estás todavía llevando la carga de tu pecado y tu culpa? ¿Estás todavía bajo la ira de Dios? “He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!” “Hay una fuente abierta para lavar el pecado y la impureza.” “La sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado.” No importa cuán grande sean tus pecados, ¡no son nada comparados con el valor infinito de la sangre de Cristo! ¡Ven a Él! Él te invita y te manda a venir; no debes temer que estás siendo presuntuoso en venir: “Y el que tiene sed, venga; y el que desea, que tome gratuitamente del agua de la vida.” ¡Ven a Él! ¡Toma el agua de la vida! Echa tus pecados sobre Él y confía en Él quien es el que carga tus pecados. “Cree en el Señor Jesús, y serás salvo.”


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