8 de julio de 1992
Estimado Hermano:
Gracias por la valentía de responder a mi carta acerca del tema del castigo eterno. Muchos no tienen valor para contestar una pregunta como esa.
Sé que usted no desea entrar en un diálogo conmigo sobre este tema (sin duda ha tenido bastante con otros), pero permítame establecer las razones de mi postura (su advertencia sobre el “predicador que habla como loro” es válida), por si de alguna manera puedan ser de beneficio para usted.
- En primer lugar, si el castigo eterno consciente no es verdad, entonces uno puede pecar contra Dios, y a fin de cuentas eso pasa inadvertido.
- Segundo, si no existe el peligro de que los hombres van a ser “atormentados por siempre en la presencia del Cordero”, entonces ¿por qué la presión, por qué la motivación, por qué las lágrimas por las almas de los hombres? ¿Por qué evangelizar? Si lo que usted dice es verdad, las consecuencias no son tan grandes. Por el contrario, Pablo dice: “conociendo el temor del Señor, persuadimos a los hombres,” y Juan dice: “huyan de la ira venidera”.
- Tercero, usted dice que está “gloriándose en la cruz”. Usted le ha robado mucha gloria.
- Cuarto, el castigo infinito no es ningún problema para mí; es sólo adecuado, que un Dios infinitamente santo y bueno ponga en un infierno por siempre a aquellos que han pecado sin excusa contra Alguien tan Perfecto. Antes bien, lo asombroso es que Dios hiciera un camino de escape.
- Quinto, la “destrucción eterna ” no se refiere a su existencia sino a que terminan siniestrados, así como cuando se dice que un carro fue declarado pérdida total en un accidente. La frase “excluidos de la presencia” (2 Tes. 1:9) debe referirse a la presencia y gloria especiales de Dios – “la gloria de Su poder”.
- Sexto, en Mateo 25:46, ambas frases se dan en el mismo versículo. ¿Por qué tomar “vida eterna” de una manera y “castigo eterno” de otra?
- Séptimo, este lugar llamado infierno es tan malo que “mejor le fuera no haber nacido” (Marcos 14:21).
- Octavo, usted no tiene la posibilidad de poner esta doctrina en la categoría de las intrascendentes/de las que no tienen importancia. Es fundamental (Heb. 6:1-2 – juicio eterno).
Mi querido amigo, me pregunto cómo un cristiano verdadero podría no entender eso.
Sinceramente,
