1. La Cruz de Cristo debe haberte hecho neutral en cuanto a tu propia voluntad. “Pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios.” Tres veces Cristo oró en el huerto: “No se haga mi voluntad sino la tuya”. Tienes que realmente desligarte de todas tus metas y objetivos personales. Son especialmente traicioneras esas metas religiosas, objetivos y anhelos que suenan muy bien: es decir, un gran ministerio, poder para evangelizar, un don especial, etc. Tienes que realmente haberte puesto a disposición de Cristo, de acuerdo a lo que dice en Romanos 12:1. Sólo entonces puedes estar satisfecho con lo que Dios diga, sin importar lo que sea.

2. Conoce la verdad. Obtén un conocimiento elemental de la Biblia. El Espíritu Santo no se contradice a Sí mismo, en decir una cosa en la Biblia y después guiarte a hacer algo contrario a los principios bíblicos.

3. “Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados.” Proverbios 16:3. Continúa con un estilo de vida normal, confiando en que el Señor va a afirmar y a ordenar tus pensamientos como Él ha prometido hacer con aquellos cuyo único deseo es hacer las obras de Dios. Confía en Él para que te detenga en el espíritu o en providencia si estás a punto de dar un paso equivocado. Escucha Su voz. Él es capaz de guiarte. Reconócele el mérito de hacer lo que Él ha prometido hacer. No tienes que tensarte e inquietarte por cada pequeña decisión. Él es capaz de hablarte y hacer que escuches, más de lo que te imaginas.

4. En asuntos de gran importancia donde definitivamente no hay una palabra revelada, no avances hasta que te sientas impulsado a hacerlo. Si hay inquietud en avanzar, espera a tener una palabra más segura. Dios puede darte certeza. Puedes permitirte esperar hasta que la tengas. No vas a perder nada por esperar; y Dios no va a regañarte o castigarte mientras estés probando los espíritus. ¿Acaso no te mandó Él a hacer eso? Considera Su paciencia con Gedeón.

5. El Espíritu Santo es consistente y persistente. Dios es inmutable. Él no cambia. Si tienes varias impresiones diferentes mientras esperas, en apariencia cada una mejor que la anterior, deséchalas todas. El Espíritu Santo te guía en una sola dirección. Él nunca cambiará Su opinión al respecto. La misma dirección va a persistir hasta que obedezcas.

6. El Espíritu Santo no empuja ni exige. Es el diablo el que te apresura y exige que actúes inmediatamente. Sentirás que si te tomas tiempo para orar y esperar te perderás algo. No hagas caso a ese espíritu. No es Dios, sino el diablo. Dios te guiará y te dará tiempo para considerar hasta que estés plenamente convencido. Y habrá paz en la acción, no presión y tormento.

7. Observa la providencia. Dios respalda lo que inicia. Él provee el camino y despeja los obstáculos. Él abre las puertas adecuadas. El diablo puede poner obstáculos, pero no puede detener lo que Dios te ha guiado a hacer. A medida que avances, Dios te confirmará o Él te detendrá.