No juegues con las víboras en el Internet

Muchos cristianos profesantes juegan con las víboras en Internet, ven cosas en la televisión que son impropias de la santidad. En cambio, debemos asegurarnos de no dejar nada desenfrenado que pueda hacernos tropezar.


La gracia divina…presta atención… permite al verdadero creyente aborrecer lo que es impío. Un verdadero creyente no puede entregarse libremente al mal. Aunque puede pecar, no puede pecar libre y habitualmente con alegría. ¿Por qué? ¿Por qué es así? Porque si está diciendo que la gracia sigue siendo su tutor, su mentor, disciplinándolo (Tito 2:11-13), sigue ejerciendo su influencia en su vida. Una mañana entré en un McDonald’s para desayunar con el hermano Paul Washer. Nos acercamos al mostrador, yo no conocía muy bien a Paul en ese entonces. Pero nunca olvidaré esto: Al llegar al mostrador y hacer nuestro pedido. La camarera, puso la bandeja abajo y luego puso un un mantel individual o un cubrebandeja. Y le eché un vistazo. Era un equipo de baile femenino vestidas de una manera inmodesta. Y Paul lo vio de un vistazo, lo agarró y lo puso boca abajo. Al notar el andar de Paul, noté que era consistente. Reflejaba la disciplina que él estaba haciendo todo lo que podía en cuanto a la discreción, y a la prudencia, para asegurarse de que nada se dejara desenfrenado que le hiciera tropezar. Muchos que profesan ser cristianos miran el Internet, juegan con las víboras en Internet, ven cosas en la televisión que son impropias de la santidad. Y se preguntan por qué Dios no es una realidad en sus vidas. El deseo de seguir la piedad, amigo, se encuentra en el poder de la gracia que permite al verdadero creyente evitar el mal. Ahora, esto es importante, escucha con atención. Pero lo que mejora esto, aunque es la influencia de la misma, para vivir para la justicia, es cuando tomamos la iniciativa por fe para disciplinarnos a la piedad. Una vez más, la gracia es interna. Pero lo que hacemos, parece que potenciamos el efecto, la dinámica, la influencia de la gracia en nuestra vida cuando por fe nos ejercitamos en la piedad. Estos extractos fueron tomados del sermón completo de Don Currin, La disciplina de la gracia que está en Tito 2:11-13, en el que habla de que la gracia que salva es una gracia que sostiene y motiva al creyente y le enseña a ser piadoso en este mundo. Este mensaje se puede encontrar en illbehonest.com