La ambición de tu vida

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La vida es breve. Moisés dijo que es como el sueño de una noche. David dijo que es como una sombra que pasa. Santiago dijo que tu vida es como neblina que se desvanece. Y Pedro dice que es como la hierba que se seca. Estás en una calle rápida de un solo sentido por la que nunca volverás a pasar. En menos de 100 años todo habrá terminado. Cuando pase mucho tiempo luego de tu partida, apenas te recordarán. La funeraria y la tumba están al final del camino. ¿Estás viviendo tu vida sabiamente? ¿Estás en el camino correcto? ¿Cuál es tu ambición en la vida? ¿Cuál es el verdadero propósito de la vida? Dices que tu meta en la vida son los placeres, pasarla bien, vivir con el máximo entusiasmo posible, comer todo lo que puedas, beber todo lo que puedas, inyectarte todas las drogas que puedas, tener todo el sexo que puedas, y reírte todo lo que puedas. Pero mira al final del camino. ¿Tu ambición en la vida se sostendrá en una silla de ruedas? No. Sin duda hay un desgaste físico. Has gastado tu juventud y tus energías. Los dedos de tus pies se curvaron, tus dientes se deterioraron, tu piel se arrugó, y tu lujuria se debilitó como tu cuerpo. No quedan más que unos pocos recuerdos que se desvanecen susurrando: “¿De qué sirvió?” ¿De qué sirvió? ¿De qué sirvió? La lápida será tu señal de alto y el juicio de Dios exhibirá todo lo que hiciste en tu cuerpo como si se abriera la puerta de un armario. Dios dice que estableció que los hombres mueran y que después de esto, el juicio. Dices que tu objetivo en la vida son las posesiones, acumular todo lo que puedas. Pero te invito a que me muestres una casa que no se haya deteriorado, un automóvil que no se haya oxidado, ropa que no se haya desgastado, o que no haya sido comida por polillas. Muchos son los ancianos cuyas propiedades se redujeron a unos cuantos muebles en un asilo. Howard Hughes fue uno de los hombres más ricos y llegó al final de su carrera escondido en la habitación de un hotel recolectando su orina, comiendo únicamente helado y con uñas que parecían garras de pájaro. ¿En qué podrán ayudarte tus pertenencias cuando estés dando tu último respiro? La tumba incluso te despojará de tu preciosa esposa e hijos. ¿Tu objetivo es la popularidad? ¿Fama? ¿Reputación y protagonismo? Este horrible y jactancioso espectáculo de vivir egoístamente también verá caer el telón. Haz un recorrido por el cementerio. Cada ciudad tiene uno o dos cementerios. ¿Dónde están los exitosos? También están ahí. Como alguien dijo: “La muerte siempre será la señal indiscutible del fracaso del hombre”. Es más, en dos o tres generaciones, tu nombre se perderá para siempre entre las multitudes anónimas que partieron antes. y además, en última instancia, ¿con qué propósito tratas supuestamente de influenciar para bien de la humanidad si la misma humanidad pronto dejará de existir? Dios ciertamente cerrará el libro de la historia mundial y quemará la lista de personalidades destacadas, cuándo regrese el Señor Jesucristo, a quien pertenece la gloria. Escucha, solo hay una meta válida en la vida: vivir para Dios y amarlo de manera suprema. ¿No es Él digno de la gloria? Dios nos hizo para Él mismo y para que vivamos para Él. Y en Él está la realización en su máxima expresión, produciendo justicia, paz y gozo indescriptibles. Tus planes, ambiciones y deseos no son más que ídolos inútiles. Arrójalos a la basura. Toma tus espléndidos pecados y desechalos por fe en el poderoso Salvador, confiando en que Él murió para pagar tu deuda por el pecado. Consigue una Biblia. Satura tu mente con ella y descubre que es un manifiesto de la mente de Dios. Un manual del operador para tu alma, un plano para construir carácter, un reglamento para la carrera de la vida, un mapa de ruta para el cielo. Invierte todo en Dios mismo. Solo Él tiene vida eterna. Y aquellos que estén unidos a Él mediante Jesús resucitarán en el último día con un cuerpo totalmente nuevo y vivirán para siempre. ¿Te arrepentirás y creerás? ¿O seguirás adelanté y perecerás? ¿Qué dice Dios? Todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, es decir, tus posesiones, y la vanagloria de la vida, es decir, tu deseo de popularidad, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa y también sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. Que tu ambición en la vida sea hacer la voluntad de Dios. ¿Quiénes son los que finalmente entran al cielo? Aquellos que hacen la voluntad de Dios. Jesús dijo: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21 Este video está basado en el tratado “Tu ambición en la vida”, escrito por Bob Jennings.