La persona que no tiene un balance y carece de conocimiento bíblico se puede convertir en un “fanático cristiano” y hacer daño tanto a la Iglesia como al mundo incrédulo. A la Iglesia, imponen reglas a los cristianos que Jesucristo nunca hizo y cargan al pueblo de Dios como lo hicieron los fariseos. A los incrédulos, el fanático los hace tropezar con el Cristianismo incluso antes de que tropiecen con el Evangelio. Pero la única que con la que el incrédulo debería de tropezar es con el Evangelio que proclamamos. Así que, debemos de conocer nuestros Biblias para que no sea dicho de nosotros “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” – Oseas 4:6.
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