Quita la vista de lo que sientes y confía en tu Salvador

¿Amo tanto mis cadenas y la esclavitud que me trae que preferiría tener eso en el infierno por la eternidad en lugar de tener a Cristo por la eternidad?

Transcripción

Pregunta: ¿Qué le dirías a aquellos que están buscando sentir algo, o tienen algún pecado que están tratando de soltar, algo que está impidiéndolos de venir a Cristo? Mack: Bueno, el Nuevo Testamento nunca nos dice que sintamos algo. Ni siquiera usa esa palabra en el contexto de la salvación. Nuestras mentes deben conocer los hechos. Si yo sé que soy un verdadero pecador, y sé que no me puedo salvar a mí mismo, debo estar persuadido de que estas cosas son verdaderas, que son hechos. Y tanto mi mente como mi corazón deben de aceptar la verdad. No debemos tratar de sentir algo. Los sentimientos pueden engañar. Los sentimientos pueden confundirnos. Si estamos buscando sentir algo y no lo sentimos, entonces creemos que todavía necesitamos algo más o estamos confiando en eso. Entonces, los sentimientos no significan nada. Las emociones no significan nada. Nos pueden falsear y engañar. Así que, no son importantes. Ahora, frecuentemente vienen. A menudo acompañarán a la salvación o acompañarán una verdadera conversión, pero no son necesarias. Y nadie debe ir en busca de ellos o depender de lo que sienten para confiar en Cristo. Lo único que se necesita es que sepamos en nuestros corazones que somos verdaderos pecadores y que realmente necesitamos a un Salvador. Puedes ser persuadido de eso y eso es algo que realmente sientes en tu vida y en tu corazón, pero no necesariamente significa emociones. Lo único que es necesario es saber realmente de nuestra necesidad de Él. Y esa es la base sobre la que venimos. No confíes en lo que sientes. Podemos apartar nuestra mirada de lo que sentimos y confiar en el Salvador. Pregunta: ¿Qué de alguien que se está aferrando a un cierto pecado que le está impidiendo de venir a Cristo? ¿Qué le dirías? Mack: Bueno, cualquier pecado, cualquier pecado en particular nos puede tener en esclavitud, ya sea pornografía, o lujuria, o avaricia, o amor por el dinero, o una relación adúltera, o el orgullo religioso. No importa. Un solo pecado puede impedirte de entrar al Cielo. Un solo pecado puede ponerte en el infierno. Entonces, Pablo dijo a los tesalonicenses, él habló a ellos acerca de cómo se habían vuelto de los ídolos para servir al Dios viviente. Debemos apartarnos de nuestros pecados, lo que significa que si una persona ha llegado al lugar donde saben que el Evangelio es verdad; ellos saben que Jesucristo es el único camino, o bien se aferrarán al pecado que más aman y perderán a Cristo y perecerán, o deben renunciar y dejar y volverse de ese pecado para poder recibir a Cristo. No lo puedes tener a Él y a tu pecado. Entonces, lo que es importante que esa persona se dé cuenta es: ¿Amo tanto mi pecado que me tiene en esclavitud? ¿Amo mis cadenas? ¿La esclavitud que me trae? ¿Que preferiría tener mi pecado y el infierno por la eternidad que tener libertad y Cristo por la eternidad? ¿Cuál es sabio? ¿Cuál quieres realmente? ¿Estás dispuesto a amar tu pecado y abrazarlo y no soltarlo y dejar que te lleve al infierno por la eternidad? Necesitas ver que tu pecado no te puede salvar, no te puede satisfacer, solo te puede destruir. Y sí, lo amas, pero lo tienes que reconocer por lo que es. No puedes aferrarte más a él. Tienes que contar el costo. Había un joven en el Nuevo Testamento quien se creía justo, que era bueno, que guardaba los mandamientos de Dios, pero amaba sus riquezas. Él amaba su dinero porque era muy rico. Y Jesús le dijo que tenía que dar todo a los pobres y venir y seguirle a Él. El hombre se fue muy triste porque no podía rendir su dinero y seguir a Cristo. Entonces, si tienes un pecado al que te estás aferrando, abandónalo. Vuélvete de ello. No te satisfará. Solamente te destruirá. Tienes que verlo como un enemigo de tu alma, cualquiera que sea ese pecado, para que puedas abrazar a Cristo. Yo diría que seas honesto con Dios acerca de eso. Dile: Tengo este pecado que está en mi vida. Tengo esta cosa que amo a la que no quiero renunciar, pero sé que Jesús es real. Ruega a Dios por misericordia. Pídele que obre en ti. Empieza a orar sobre eso y sé honesto con Dios. Ese sería el lugar de inicio.