Bienaventurados los que mueren en el Señor

Bob predicó este sermón el 2 de septiembre de 2012, sólo dos meses antes que Bob muriera de cáncer en el páncreas y el Señor lo tomara con Él a la gloria.

Oremos otra vez. Ah, Señor ¿qué has hecho? ¿Qué has hecho, que has hecho? Enviando a tu Hijo para morir por pecadores, para redimirlos, para rescatar hombres caídos. ¿Qué has hecho Señor, que ahora estamos aquí para cantarte alabanzas? Y antes nos descarriamos como ovejas, y alguna vez nos alabábamos a nosotros mismos cuando, Señor, no nos importaba, no sabíamos, no poníamos nada de atención, no te poníamos nada de atención, no poníamos nada de atención a lo que hiciste en el Calvario. Éramos ignorantes, estábamos lejos. ¿Qué has hecho, Señor, para apartar el pecado por el sacrificio de Ti mismo? ¿Qué has hecho para llevar nuestros pecados en Tu cuerpo sobre el madero, para que muramos al pecado y vivamos a la justicia. ¿Qué has hecho? ¿Qué has hecho, para ser un sacrificio por nosotros? Esta mañana exclamamos qué bienaventurado es el hombre cuya iniquidad es perdonada y cubierto su pecado. Qué bienaventurado es el hombre a quien Tú le imputas justicia sin obras. ¿Qué has hecho, Señor, para ir por delante y antes que nosotros, para hacer un camino hacia el santísimo, y hacer un camino, Señor, para que estemos contigo? Estos misterios, Señor, los vemos tenuemente, los vemos verdaderamente. Señor, estamos felices de estar a Tu lado. Estamos felices, Señor, de estar con tu pueblo. Te doy gracias, Padre Celestial, por las riquezas en gloria de la herencia en los santos. Te doy gracias por estos santos amados de Dios, gracias por el testimonio que has levantado. Gracias, Señor, por la obra de Tu Espíritu, por la obra de Tu dedo, la obra de Tu mano, la obra de Tu brazo. Y gracias, Señor, por tus santos de Dios. Señor, nos has llamado santos, no pecadores. Nos has llamado ovejas, no cabritos. Nos has llamado amigos, no enemigos. Nos has llamado hijos, no malditos, sino benditos. Esperamos en Ti en este día. Nuestros ojos están sobre Ti hoy. No podemos ver suficiente, decir suficiente, hablar suficiente, no podemos cantar tus alabanzas dignamente. Así que estamos agradecidos, Señor, de estar aquí, ahora mismo y pedir tu bendición. Amén.

Oh, ustedes han orado por mí y me siento tan indigno. Han pensado en mí, me siento tan indigno. No sé, es sólo el amor del Espíritu, esa es la frase que Pablo usa en Romanos 15. Ahora ustedes han orado por mí, y yo tiemblo. Es como un sueño, algo que mi esposa y yo nunca pensamos o imaginamos que podría ser. Y nosotros anhelamos… ¿Saben cómo es, imaginen, le pedimos a Dios, “Nos darías un viaje más estando juntos?” Y no pensamos que hubiera alguna manera. Y aún menos de estar en San Antonio. Y queríamos ver a James y Bethany, y verlos casados así y vivir un poco con ellos. Ver su casa y ver sus corazones. Y queríamos verlos a todos ustedes también.

Estoy agradecido de conocer a algunos de ustedes. Sólo el Día puede hacer apreciarnos realmente unos a otros, conocernos unos a otros, disfrutarnos unos a otros. Ustedes saben más de mí y yo no los conozco. Espero el día en que nos conoceremos unos a otros y conoceremos a Dios, conoceremos al Señor Jesús así como fuimos conocidos. Espero que nos disculpen por no quedarnos después para la comida. Siento que, al menos ahora, debemos subir al carro y dirigirnos de regreso al norte, sin suponer, sino estar en nuestro camino. Sé que entenderán.

Me gustaría llamar tu atención esta mañana a un texto que Dios ha hecho tan real para mí y me gustaría tratar de subrayarlo, como para magnificarlo ante ustedes. Dios nos ha dado mucho que decir, Él nos ha dado mucho que contar. Él nos ha dado mucho, ¿y cómo podemos decirlo? ¿Cómo podemos decirlo todo? ¿Qué podemos decir? ¿Cuál pequeña parte puede ser impartida? Yo creo que Dios ha vivificado este verso para mí, así que les invito a Apocalipsis capítulo 14. Leamos este párrafo.

Apocalipsis 14 verso 9, “Y el tercer ángel los siguió,” Siguió a los otros dos. “diciendo a gran voz.” Algunas cosas deben ser dichas con gran voz ¿no es así? Alto y claro. “Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado,” no “podría ser”, sino “será” atormentado. “con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos,” No hay un versículo más claro del castigo eterno que este, “y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.” Eso es, en resumen, aquellos que sirven al pecado. Versículo 12, “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.” Y ahora, nos enfocaremos en el versículo 13, “Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.” Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor.

Ustedes han orado por mí que no muero sino que viva. Y el final no ha llegado todavía. Pero parece ser, parece que voy a morir, no vivir. Parece que la oración del Señor está anulando sus oraciones. Él oró que aquellos que el Padre le ha dado estén donde Él está y vean Su gloria. Así que, ¿qué podemos hacer? ¿Qué podemos hacer al pensar los unos de los otros, qué podemos hacer sino decir, “Señor, al final, hágase Tu voluntad. No la mía.” Y ahí es en donde estamos.

Mira la certeza de esta bendición. Es una bienaventuranza. ¿Saben? es como las bienaventuranzas en Mateo capítulo 5, bienaventurados los pobres, bienaventurados los limpios, bienaventurados los perseguidos, y así sucesivamente. Es como eso. Hay algunas bienaventuranzas en las que no pensamos mucho. Como Mateo 11 versículo 6, “Bienaventurado es el que no halle tropiezo en Mí.” No pensamos mucho acerca de eso. Aquí hay otra de esas bienaventuranzas y dice, “Bienaventurados los que mueren en el Señor.” Antes que nada, por favor, piensa en la certeza de esta bendición. Como se indica por estas palabras en el principio del versículo 13, “Oí una voz del cielo que me decía, ‘Escribe’”. Es lo suficientemente firme para escribirla. Es lo suficientemente segura como para escribirla. Y dice que esta es una voz del cielo. Eso es lo que quieres cuando estés cara a cara con la muerte, ¿verdad? Quieres una voz del cielo. No importa lo que te digan tus padres. No importa lo que te diga el pastor. No importa lo que te diga tu esposa. No importa lo que un papa o un presidente pueda decirte. Necesitas una palabra de Dios. Necesitas una palabra, una voz del cielo. Tú necesitas oír una voz del cielo, esa es una esfera fuera de esta tierra. ¡De otra esfera!

Las palabras del hombre, los consuelos del hombre, no te bastarán mientras piensas en dirigirte hacia la eternidad, siendo lanzado hacia la eternidad, siendo lanzado hacia un lugar en el que nunca antes has estado. Y sabes que va a durar por los siglos de los siglos. Necesitas una palabra de Dios, necesitas asegurarte de que has escuchado la palabra de Dios, de que has escuchado una voz del cielo. Jesús dijo: “El que oye mi voz,” una y otra vez, “No morirá, sino que vivirá.” Así que estoy agradecido en un tiempo como lo es este, de tener una palabra segura. Jesús dijo: “El cielo y la tierra pasarán.” Ellos parecen tan estables, parecen tan seguros, parecen tan firmes. ¿Qué puede cancelarlos? Muchos eventos en la tierra pueden ser abolidos, pero no pensarías que el cielo y la tierra pueden. Pero lo serán. Ellos pasarán, con gran estruendo y calor ferviente. El cielo y la tierra pasarán, pero la palabra de Dios, la palabra de Jesús. La palabra de Dios, no pasará. Dice que la Escritura no puede ser quebrantada. Muchas cosas, se compran y tú piensas “Esto es permanente. Esta madera ha sido tratada, se supone que este carro durará muchas millas, y esta cosa no se romperá.” Consigues una herramienta y se rompe antes de llegar a los diez días. Pero la Escritura no puede ser quebrantada.

Así que ¿no aman la Palabra de Dios el día de hoy? Hermanos, cuando vienen a enfrentar la muerte, saben que van a morir. Todos ustedes están en el mismo bote en el que yo estoy. No hay nada especial acerca de mí. Sí, ciertamente soy un hombre moribundo hablándoles a hombres moribundos. Pero les digo, no hay nada especial acerca de mí, nada en absoluto.

Pero, hay algo especial cuando estás atado a la vía y oyes el tren venir. Y les puedo decir que cuando estén enfrentando la muerte van a estar tan agradecidos por todo lo que saben de la Biblia. Van a estar tan agradecidos de haber memorizado cada promesa. Estarán tan agradecidos por todo lo que conocen de la Biblia, todo lo que han guardado en su corazón, y puedan decir, este versículo y este versículo es mi amigo íntimo. Llegas al final y no te puedes imaginar la manera en que eres atacado, la manera en que eres asaltado, la manera en que se cuelan los temores. Todo esto ha sido casual antes. ¿Qué es tu vida? No es sino un vapor. ¿Qué es? Neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. Tú lo sabes. Y he conocido ese versículo en Santiago (Stg. 4:14), pero aún no lo conoces en el modo en el que deberías. No lo sientes como deberías de sentirlo. Como dijo una persona, acerca del cáncer, tienes una oportunidad para pensar, tienes una oportunidad para prepararte para la muerte y la eternidad. Así que puedes estar agradecido por todo lo que conoces de la Biblia, todo el conocimiento que tienes de Dios. Todo el conocimiento que tienes de Cristo, Todo el aprecio que tienes del Calvario. Y de Jesús muriendo para apartar tus pecados.

Cuando llegas al final, y te preguntas, “Señor ¿realmente te conozco? ¿Realmente te conozco? ¿Realmente he sido rescatado? ¿Realmente he sido redimido? ¿Realmente tengo el conocimiento salvador del Dios Viviente? ¿Realmente se han ido mis pecados?” Y les diré algo hermanos, mis amados hermanos y hermanas, puedes estar tan agradecido por toda la seguridad que tienes, toda la seguridad que has acumulado, que Dios ha puesto en tú alma. Puedes estar tan agradecido cuando llegas al final. Y les diré algo hermanos, Me voy a gloriar en Jesucristo. He tenido muy poco de eso, muy poco. Recuerdo que había una noche en la que el miedo me sobrecogió, un gran horror de tinieblas. No fue mucho tiempo después de ser diagnosticado. Era una noche oscura. Pero les digo, las consolaciones de Dios son grandiosas. Y esa palabra en Juan 17, como la cité, donde Jesús dijo: “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo.” Cosas como esa vienen y derriten tu alma. Y sólo, los miedos son derretidos, los demonios son perseguidos, y te glorías en Cristo y sigues adelante. Vamos, vamos. Y les digo, es el Señor, es el Señor. Les digo que hay certeza aquí. Y eso es grandioso.

Nosotros como cristianos podemos enfrentar al rey de los terrores ¡con un grito!

El doctor, justo el otro día, el gastroenterólogo. Él dijo: “Esta es la situación.” y dijo: “No tienes mucho tiempo.” Y yo le dije: “¿Tengo 3 meses?” Él dijo: “No.” Él negó, sacudiendo la cabeza. Y yo dije: “Soy un cristiano, He sido salvado, mis pecados son perdonados,” Y dije: “Está bien si tengo que ir al cielo.” La inmortalidad es motivo para regocijarse ¿no es cierto? Estoy viendo a los majestuosos. Estoy viendo a reyes. El Señor los bendiga a todos ustedes. Veamos un segundo encabezado. Y este es, la ironía de esta bienaventuranza.

Dice, “Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor.” ¿Bienaventurados los muertos? ¿Me estás diciendo que es una bendición el morir? No suena correcto, ¿verdad? No tiene sentido, ¿verdad? Nosotros no queremos morir. Mi esposa no quiere que yo muera. No queremos que otros mueran. Los santos, los amados no quieren que nosotros muramos. ¿A qué te refieres diciendo que es una bendición? ¿Cómo puede ser eso? No parece ser una bendición. Y la Biblia dice que es un enemigo. Más vale que lo creas, es un enemigo. Lo es. No encaja.

Hemos sido creados en la imagen de Dios ¿cierto, David? Y nuestros cuerpos fueron hechos maravillosa y formidablemente. Y parece que somos tan especiales. Ustedes están del lado de los más jóvenes o no serían capaces de pararse ahí de esa manera, en el calor. Y toda la fuerza que tienen. Toda la habilidad que tienen. Fuimos hechos maravillosa y formidablemente. Y aquí de repente, entra la muerte. Viene de manera repentina. Hasta hace pocos años me sentía como si tuviera treinta todavía. Pero ahora Dios, de manera repentina, me dispara Sus saetas. Y la salud se ha ido. Y viene y consume como una polilla, aquello que es precioso para nosotros. Nuestra salud se ha ido, las cosas ya no coordinan, las cosas ya no funcionan más. Ya no puedo levantar mi cabeza. Ya no puedo sentarme en el escritorio de la manera que quiero. Ya no puedo cantar de la manera que quiero. No puedo usar la fuerza que quisiera.

Tiendes a pensar, “Pero, esa persona está enferma, Él va a poder leer más su Biblia y va a poder orar más.” ¡Olvídalo! No funciona de esa manera. Todo disminuye. La muerte es un enemigo.

Les digo algo, más vale que uses tu fuerza, más vale que uses tu juventud. Cada pedazo de ella mientras la tienes. Más vale que la aproveches. Más vale que la aproveches ahora mismo. Si sabes que algo es correcto, debes hacerlo ahora mismo. Y hazlo, no pospongas. No lo dejes para después. ¡No lo hagas! No digas que hay otro día más. No digas que habrá mejores circunstancias. No seas engañado así, es la mentira del diablo. La muerte es un enemigo, y así morimos.

Sí, los hombres de Dios mueren, las mujeres de Dios mueren, los santos de Dios mueren. ¿Por qué mueren? Parece que tienen tanto que aportar. Tienen tanto que compartir. Tienes mucho que compartir. ¡Dios te ha edificado Mark! Él está edificando a un hombre de Dios. Él no está inquieto por hacerlo. Él no está preocupado al respecto. Él no está ansioso al respecto. Él no es débil cuando se trata de edificar a otro hombre. Así que Él te derribará. Y parece que toda esa sabiduría acumulada, todo ese conocimiento acumulado, parece que es desperdiciado. Parece leche derramada, vino vertido. Pero les digo, otra vez les digo, Dios, Él no es débil, y no le molesta edificar otro hombre. Él se deleita en eso. Parece que Él se deleita en el proceso tanto como en el fin.

Así que aquí estás tú, llamado a caminar con Dios. Llamado a caminar con Dios, en la faz de la tierra, en medio del campamento del diablo, ahí mismo en el campamento del enemigo para cantar las canciones de Sión. ¡Qué privilegio tan grande el nuestro! Qué privilegio escuchar la palabra de Dios. Qué privilegio el poder proclamar la verdad de Dios, en medio de un mundo de mentiras, ¡mentiras! Tenemos tanta verdad, tienen tanta verdad aquí hermanos, sean buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Buenos administradores, cuídenla, aprécienla, memorícenla, predíquenla. Compártanla en la gasolinera, compártanla en la tienda. Llévenla fuera, de alguna manera, de alguna forma. ¡Vívanla! Puedes ser la única Biblia que ellos lean.

Yo recuerdo a Bethany, antes de que ella se casara, hace como años, cuando ella estaba trabajando para Taco Bell. Ella no había dicho mucho de Cristo todavía, cuando alguien vino, ¡tal vez sin decir nada en el momento! Alguien vino y le dijo: “¿Por qué eres diferente?” Ellos reconocieron que su lenguaje y su conducta era diferente.

Así que, ¿cómo puede ser esto? ¿Cómo puede ser que Él pronuncie una bienaventuranza en aquellos que mueren? Vamos a la siguiente frase. Hay una condición, ¿cierto? Dice bienaventurados los muertos que mueren en el Señor. La certeza de la bienaventuranza, en segunda, la ironía de la bienaventuranza, tercera, la condición de la bienaventuranza. Dice, “Bienaventurados los que mueren en el Señor.” Si no agregara esa frase “en”, no habría bendición alguna. Ciertamente sería una maldición, una terrible, seguramente. Pero hay una frase “en” aquí. “Los que mueren en el Señor.”

¿Sabes? Espero que sepas, creo que sabes esta mañana que sólo hay dos categorías, sólo dos categorías en la humanidad, ¿cierto? Aquellos que están en Cristo, y aquellos que no lo están. Aquellos que han nacido dos veces, y aquellos que han nacido sólo una vez. Aquellos que tienen sus pecados perdonados, y aquellos que están todavía en sus pecados. Aquellos que todavía son hombres naturales, en contraposición de aquellos que son hombres y mujeres espirituales. Así que hay dos categorías. Tú necesitas preguntarte esta mañana, ¿Estoy en Cristo o no? ¿Tengo una unión vital con Él o no? ¿He sido enganchado a Cristo o no? ¿Estoy en la carne o estoy en el Espíritu? Tú deberías preguntarte, deberías asegurarte de eso. No dejes nada descubierto. Asegúrate de que Cristo habita en ti. Sin el cual tu eres réprobo y te diriges al infierno.

Hay dos maneras en las que puedes morir. Puedes morir en el Señor, o puedes morir en tus pecados. Jesús dijo repetidamente en Juan capítulo 8 que si mueres en tus pecados, ¿qué? No lo puedo recordar tampoco. “Risa” Juan 8:24 “Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.” Y el versículo 21, dice que, “En vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir.” Si mueres en tus pecados, tú pereces. Y la gente se muere, He oído, y tú sabes, que la gente muere en un carro, mueren en una casa. Mueren en un hospital, mueren en una pila de estiércol. Finales terribles. Pero tú no quieres morir en tus pecados. Así que quieres estar seguro de que puedes morir, de que morirás en Cristo, de que tus pecados son perdonados, tus iniquidades perdonadas, de que conoces a Cristo, y de que el cielo es tu casa, de que tu ciudadanía está en el cielo, y gloria, gloria, gloria te espera, y Emanuel, en la tierra de Emanuel. ¿Sabes si tus pecados han sido perdonados? Es posible que eso pase, ¡y es posible de que lo sepas sin una sombra de duda! Yo creo que la Biblia enseña una seguridad infalible, ¿no lo crees?

Así que esta es la condición. Número cuatro, veamos una explicación y la esencia de esta bienaventuranza. Dice aquí en el versículo 13, “Descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.” ¿Por qué es tal bendición? Bueno, mucho podría decirse. Estas dos cosas son dichas. Dice que descansarán de su trabajo. Ellos descansarán. Y puedes apreciar más si lo pones a la luz de lo que se ha dicho acerca de los malvados. Dice aquí arriba en el versículo 11, que ellos no tienen reposo de día ni de noche. ¿Sabes?, algunas veces cuando estás enfermo, si no descansas nada en la noche, lo haces en el día. Pero aquí dice que ellos no tienen reposo de día ni de noche.

Una vez estaba conduciendo a casa, sintiéndolo, y pensé sobre esto, “Por los siglos de los siglos, su sufrimiento no parará.” ¿Lo creemos? Difícilmente lo hacemos. Pero dice que descansaremos de nuestro trabajo. Hay cosas que son descritas sobre nuestro futuro celestial, el Señor lo llama dormir. Y eso no ha sido un pequeño consuelo para mí. He ido a dormir muchas veces, no soy un extraño al sueño. Dormir está bien. Así que es como si el Señor quisiera decirnos, “¡Está bien!” Dormir en el Señor. Dormido en Jesús. Es llamado hogar, en casa con Cristo. La inmortalidad comienza. Así que aquí hay una explicación. “Descansarán de sus trabajos.” Te pregunto hoy, ¿estás trabajando por Cristo? Está bien ir a trabajar ocho horas, como un doctor, como un portero. Está bien. No es que eso no cuente. Tú haces ese trabajo como para el Señor, ¿cierto? Estás haciendo ese trabajo como para el Señor. Y aún así, sobre y por encima de eso, te pregunto, ¿estás trabajando específicamente para llevar la verdad allá afuera? ¿Estás trabajando específicamente por las almas? ¿Para que cuando llegues al final, sientas algún alivio?

“He trabajado por Cristo, he trabajado por las almas, he trabajado para llevar la verdad allá afuera, he sacrificado, me he desgastado a mí mismo. Y por lo tanto miro adelante para descansar de mi trabajo.” Dice que nuestro trabajo en el Señor no es en vano. Dice aquí que sus obras con ellos siguen. Piensa en eso, aún la cosa más pequeña que haces, un vaso de agua fría. Todas nuestras palabras ociosas serán juzgadas. Así que toda buena palabra, toda obra que haces, no es en vano. Así que, debemos estar firmes, constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano. Involúcrense, hermanos, continúen en ello hermanos. ¡Tú trabajo no es en vano, tus obras seguirán, piensa en eso! El Señor Jesucristo no sólo nos salva, Él nos salva totalmente aparte de nuestras obras, pero luego Él nos da una obra que hacer, en su gracia nos da trabajo para hacer, y dice: “Yo les recompensaré por esto”. Y Él dice que “Las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” (Romanos 8:18).

Dice que nuestra leve tribulación momentánea produce en nosotros, produce en nosotros. (2 Corintios 4:17) Me gustan las cosas que sirven, que producen, que son efectivas. Y el Señor dice que produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria. Pon tu dedo en eso, pon tu alma en eso. Cuenta con eso, que es verdad. Y tenemos que estar sobre la obra del Señor. La noche viene, cuando nadie puede trabajar. Más vale que lo hagas ahora.

Finalmente, y por último, llegamos a una consolación, que nos es dada en esta bienaventuranza, en esta bendición. Dice justo antes del versículo 12, no lo perdamos, dice, “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.” ¿Dónde está la paciencia de los santos? Algunas veces estas palabras están en un lugar en donde no sabes si se refiere al versículo precedente o al versículo siguiente. Pienso que se refiere a ambos. Así que, ¿qué es lo que te va a guardar, hacer perseverar, estar firme, y constante, y creciendo, y seguir adelante y permanecer fiel?

¿Qué es lo que te va a guardar de dejarte llevar por el mundo, de dejarte llevar por el pecado? Es el versículo previo. Dice que serán atormentados por sus pecados de día y de noche. Sí, hay un juicio venidero, hay un gran día de Dios, en el que todo será traído a la luz. Dios va a juzgarnos, las obras que hicimos en nuestro cuerpo, sean buenas o malas. Vamos a tener que darle cuentas a Dios, y no queremos estar allí parados, no queremos estar allí. No sólo eso; tú ves al incrédulo. Y lo ves prosperando, y lo ves engordado. Su ojo se le salta de gordura, él no tiene problemas, le está yendo bien. Está manejando bien la vida. Está feliz en la mañana, está feliz en la noche, está lleno de comida. Su vientre está lleno de grasa, y él no está siendo escarnecido cada mañana, él no está siendo regañado, y parece que le está yendo bien. Y tiene bien su tesoro. Pero, está aquí en la tierra. Pero tú ves el fin de los malvados. Y te das cuenta que Dios puso sus pies en lugares resbaladizos. Te das cuenta de que el juicio viene para ese hombre. Y dices, “No señor, el pecado no vale la pena. No me voy a doblar, no voy a ir por ese camino. No me voy a apartar con él. ¡No voy a envidiar al pecador! Voy a seguir con Cristo. Me voy a mantener lejos del pecado. Voy a aborrecer el mundo. Mi ciudadanía está en los cielos. No voy a tener una mentalidad terrenal. Voy a vivir por Cristo, vivir para la eternidad. ¡Mi hogar no está aquí, está allá! Voy a poner todo lo que soy en esto. Así que eso te mantendrá perseverando.

Y luego el otro lado del versículo 13. Sí, descansarás de tus trabajos y tus obras seguirán contigo. El Señor no te va a abandonar. Vale la pena, ¡vale la pena! Es posible hacer cosas por Cristo y sufrir pérdidas por ello. Si no hubiera hecho aquello, eso no hubiera pasado. Si no me hubiera sacrificado por Cristo, esto no habría pasado. Parece como si estuviera en desventaja porque hice esto o aquello por el Señor. No creas eso. ¡No lo creas! Jesús hizo la voluntad de Dios, y eso lo mató. Lo hizo morir.

Ve Su ejemplo. Mira Su ejemplo, ahora exaltado hasta lo sumo con un nombre que es sobre todo nombre. Y por el gozo puesto delante de Él, sufrió la cruz, Él menospreció el oprobio. Recuerden hermanos, Dios no va a estar avergonzado de llamarlos Su pueblo si ustedes están viviendo para la ciudad celestial, si están viviendo para la corte celestial. Él no va a avergonzarse de ser llamado Tu Dios, de identificarse contigo, de ser tu Dueño, y de decir, “Bien, buen siervo y fiel.” Y de decir, “Yo te conozco. Te conozco Pedro. Te conozco Mark, Te conozco Tim.” En vez de decir, “apartaos de mí, nunca os conocí.” Así que, el Señor Jesús es capaz de recompensarnos. Él es capaz de compensar por cada cosa, todo lo que hemos hecho. Y decir, “Ven, entra en el gozo de tu Señor.”

Hermanos, aquí estamos. Aquí estamos esta mañana. Hemos gustado un poco de los poderes del siglo venidero. Cantamos esas canciones, ¿y no lo sentiste, no lo sentiste? Difícilmente puedo seguir cantando, hay tanta gloria allí. ¡Cristo! ¡Cristo! Todo es por Él, todo es para Él, Él lo merece todo, Él lo obtiene todo, Quiero hacer todo para Él. Quiero darme todo a Él, quiero terminar bien, quiero extenderme hacia Dios. Y llegas al final, les digo, hermanos, una cosa que no quieres tener alrededor de tu casa, una cosa que no quieres tener alrededor de tu corazón, ¡es el pecado! ¡Un pecado es contrabando! Especialmente al final, tú quieres un corazón puro, una conciencia limpia. No quieres tener al pecado incursionando, colgado alrededor de tu cabeza. No quieres meterte con él. No quieres estar luchando con él. Quieres llegar al final con victoria sobre el pecado, en donde tú tienes dominio, donde tú tienes victoria. Tú sabes que no estás siendo derrotado, no estás jugueteando con él. Y ahí es donde te quieres gloriar, ahí es donde encontrarás tu gozo inefable y lleno de gloria.

Hemos gustado los poderes del siglo venidero. Dice gustar, en Hebreos capítulo seis. Más vale que lo creas. Sólo una probadita, y si se nos ha dado sólo el gustar, cuánto más habrá. He probado los arroyos en la tierra. Mucho más, aún más, beberé de sus aguas en el cielo. Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor. Eso es, eso es lo último, a menos que el Señor venga primero, y nos vayamos sin morir. ¿Qué ha hecho el Señor por nosotros, que conquistaremos la tumba? Amén.

El Señor les bendiga. Es un privilegio compartir la palabra de Dios con ustedes. Gracias por orar por mí, yo oro por ustedes, que el Señor los bendiga y los haga a todos luces encendidas y radiantes en esta gran y sumamente malvada ciudad llamada San Antonio. No necesitas preocuparte por ir a la selva a algún lugar, aquí está tu selva. Esfuérzate. Mi amor para ti, mi amor para ti. Hasta luego. Adiós, no hay adiós. Nos veremos en poco tiempo, no estarán lejos de mí.