Estoy tan cansado de escuchar a cristianos que me dicen, “Hermano Pablo, soy tan débil.” Tú dices, “Hermano Pablo, empezaste el sermón diciendo que eras débil. Así que, ¿por qué nosotros no podemos decirlo?” Bueno quiero que entiendas la frase, y su contexto.
Primeramente, Tú no eres débil, y puedo demostrártelo. En la última semana, ¿Cuánto tiempo pasaste entendiendo, y esforzándote en conocer a Dios y Su palabra, y en oración, sabiendo que lejos de Dios y Su obra a favor tuyo, tú no eres capaz de nada? oh, ya ven que es muy fácil decir, “ Soy tan débil.” Tú problema no es que seas tan débil, el problema es que tú piensas que eres fuerte. Puedo demostrártelo sólo mirando tu vida devocional. ¿Lo ves? Nuestro problema no es que nosotros seamos demasiado débiles. Nuestro problema es que no reconocemos nuestra debilidad. ¿Ven eso? Es por eso que los más grandes hombres y mujeres que han sido jamás usados por Dios en toda la historia del cristianismo parecen tener una sola cosa en común: un reconocimiento de su debilidad.
Bien, aquí está lo que yo quiero mostrarles, y eso es sumamente importante. La debilidad no es un inhibidor del poder, la debilidad es un catalizador del poder espiritual. El problema es una respuesta equivocada. Así que ante todo, necesitas reconocer algo: todo el mundo es débil. Todo lo que se demanda de ti en el Nuevo Testamento, para el hombre natural es absolutamente imposible. Aquí lo tienen. Así que ahora todo el mundo está en el mismo nivel. Yo, tú, Spurgeon, John Piper, todos nosotros. Todo el mundo es débil, esto es todo. Bien, ya no puedes usar la debilidad como una excusa, porque todo el mundo es igual de débil. Nadie puede hacer esto. Nadie. Por tanto, aquí está, nosotros somos débiles. La pregunta es ¿qué hacemos?
Bien, mucha gente simplemente mascullan “debilidad”, porque es la forma cristiana de decir, “ Soy débil”. Otra gente encuentra que es muy cómodo usar esta frase. ¿Por qué? Porque ellos pueden usarla como excusa para sus pecados. “Bueno, yo soy débil. Todo el mundo es débil.” Pero la actitud correcta aquí, es que en reconocimiento a tu debilidad esto te conduzca a Dios – ¡Immediatamente hacia Dios! Creyendo en fe, que Él es la fuente que Él afirma ser. Que Él es la fuente y el Ayudador que Él afirma ser. Que Él es una fuente inagotable de recursos. Que Él no reparte a sus hijos codiciosamente, sino que Él nos da con abundancia. Así que mira, tu problema es que no reconoces realmente que eres débil. O bien, que reconoces que eres débil, pero te quedas ahí en tu debilidad. ¡Lo que pasa es que tu debilidad debe conducirte a Dios, siempre! Pero aquí está el problema. Hablemos acerca de cuando tu corazón te condena, y Satanás ayuda a tu corazón a condenarte.
La pasada noche me encontré con una persona. Pasé un buen rato con ella, una jovencita preciosa. Ella reconoció su debilidad. Ella reconoció su flaqueza. Ella reconoció su pecado. Ella reconoció que había algunas cosas en su vida que en estos momentos no podía vencer. Pero este era su problema: Ella veía su pecado, pero debido a la obra del diablo, y algunas veces a nuestro propio corazón que nos condena, Ella se ponía a sí misma en una “zona de penalización”, cada vez que ella pecaba. “Bueno, tú no puedes ir a Dios ahora. Tú no puedes seguir volviendo simplemente a Dios”. “ Tú pecaste ayer, te arrepentiste y pediste perdón. Y acabas de hacer exactamente la misma cosa hoy.” Al volverte a Dios, no eres más que un hipócrita. Tú no estimas a Dios. No tienes un alto concepto de Dios. ¿Qué te piensas, que Dios otorga su perdón a cualquiera?”
¿No es eso lo que nosotros hacemos, y no es eso lo que pensamos? Cometemos un pecado que ya hemos cometido, y del que ya nos hemos arrepentido, y por eso pensamos que debemos ponernos a nosotros mismos en la “zona de penalización”; por un tiempo, al menos – por un par de días – e intentamos esforzarnos para alcanzar la gracia, antes de venir ante Dios. Porque ciertamente pensamos, “ Si cada vez que hago esto vuelvo inmediatamente, no sólo volviendo y pidiendo perdón, sino esperándolo, ¿no es eso hipocresía? ¿No es eso tener una baja opinión de Dios? ¿ No es eso estar tratando a Dios como a una máquina de perdonar?” ¡No, es ser bíblico! Esto es lo que la pobreza de espíritu debería hacer por nosotros. Una vez más, no estoy predicando esto, espero, a gente de la iglesia no convertida que van a decir,” Wow, si Dios es tan bueno, yo pecaré continuamente, y solo tendré que volver y pedir perdón.” Espero que no esté hablando a gente así. Espero que esté hablando a cristianos genuinos que realmente quieren ser algo que aún no son; pero que cuando ellos se encuentran frágiles, cuando ellos se encuentran débiles, cuando ellos se encuentran cometiendo el mismo pecado, suelen refugiarse aquí y esperan. Puede ser que lean sus biblias durante varios días, oren un poco más, muestren a Dios que ellos son realmente sinceros antes de ir allí y realmente tratar de conseguir el perdón. ¡No!
Una de la mayores alegrías de mi vida fue cuando descubrí que en el momento en que he cometido el pecado que cometo siempre, mi primera respuesta debe ser aferrarme a Cristo. No mendigando, no pensando, “Aquí estoy, tendrás que destruirme,” ¡pero, no! Me aferro a Cristo diciendo, “¡Creo tus promesas! Estoy en un reino diferente. Yo soy libre. Soy un santo; he sido removido de Adam y de la condenación y la ley.
Todo eso fue pagado sobre ese madero cuando Él murió. ¡Él lo sabía todo! Él perdonó todo. ¡SOY LIBRE!” Eso es absolutamente espectacular.