Qué afirmación. ¿Pero realmente es verdad? La disciplina en la iglesia es un asunto disputado con vehemencia, atacado, y detestado por el mundo religioso, por muchos cristianos profesantes, e incluso por evangélicos que afirman creer en la Biblia. Ojalá todos los cristianos creyeran las Escrituras que enseñan la disciplina eclesial tanto como dicen creer en Juan 3:16.

Muchos responden a la práctica de la disciplina eclesial diciendo algo como: “Qué arrogante y condenatoria es esa iglesia que le hace eso a alguien; es erróneo, falto de amor, arrogante y crítico”.

Pero quién es en realidad orgulloso y arrogante en cuanto a la disciplina en la iglesia, ¿la iglesia que la practica, o la persona que la rechaza y se opone a ella?

El apóstol Pablo dice en 1 Corintios 5, sobre la actitud de la iglesia en Corinto, que fueron arrogantes al no haber usado la disciplina eclesial con un hombre inmoral en medio de ellos, sino que en cambio habían tolerado su pecado: “¿Os habéis vuelto arrogantes?” (v. 2) y “Vuestra jactancia no es buena” (v. 6)

Pablo dice que la persona o iglesia que rechaza y no practica la disciplina en la iglesia es arrogante. ¿Por qué? Porque ellos creen que es erróneo hacerlo, cuando Dios dice que es correcto; la rechazan, cuando Dios dice que deben afirmarla; ellos creen que es faltar al amor, cuando la Biblia dice que es una práctica que denota amor; creen que es mala, cuando Dios ya ha dicho que es buena. ¿De qué manera es buena? Es buena porque es para el rescate y la restauración de la persona en pecado.

¿Entonces por qué el rechazo de la disciplina en la iglesia es en realidad una cosa arrogante? Porque la gente piensa que su perspectiva, su sabiduría, su bondad y amabilidad, es más sabia que Dios mismo. Incluso alguien podría admitir que la Biblia afirma la disciplina eclesial, pero luego decir: “Pero yo…..” y entonces proceder a oponerse. Y ese es el colmo de la arrogancia. ¿Quiénes somos nosotros para decir que lo que Dios ha ordenado no es lo mejor posible?

Nosotros no somos más sabios que Dios, ni aun en un asunto tan desafiante y difícil como la disciplina eclesial. Dejen que cada cristiano se pruebe a sí mismo. ¿Está en lo cierto Dios acerca de la disciplina eclesial o no? Y si yo discrepo con la Biblia en ello, ¿qué dice eso de mí? Simple y llanamente, es la arrogancia la que rechaza la doctrina bíblica de la disciplina eclesial. A menos que pensemos que somos más sabios que Dios.