Las redes sociales se han convertido en un medio conveniente por el que la gente se presenta como la autoridad en ciertos asuntos. ¿Cuántas personas usan Facebook como un medio para enfrentarse a sí mismas y confesar lo que realmente son?
Es tan fácil debatir teorías y opiniones. Solo mira la Internet. Honestamente, me siento – Ni siquiera sé cuál es el adjetivo correcto que estoy buscando para describir cómo me siento cada vez que escucho de todas las cosas, en que incluso algunas de las personas de nuestra propia iglesia están involucradas en Facebook. Todos se desahogan por ahí. Todos tienen una opinión. Todos son una autoridad. Y todo es tan fácil. Justicia social. “Nosotros vamos a ser la autoridad”. Elección. Calvinismo. Milagros. Cesacionismo. Escatología. Nosotros vamos a ser las autoridades. Y todos quieren corregir a los demás. Y tú sabes esto. Y cuán fácil es para las personas expresar sus opiniones en todos los aspectos de un asunto. Pero es mucho más difícil enfrentarte a ti mismo. Oh, Dios danos a algunas personas en Facebook que digan: No estoy aquí para discutir acerca de esto o aquello o lo otro. Estaba en oración el otro día y Dios me mostró que no soy una buena esposa. Fallé como madre. El Señor me mostró que no soy tan honesto como pensaba. Me ha redargüido por enojarme o por guardar rencor. Ya ves, no encuentras eso, ¿verdad que no? Eso no es de lo que las personas quieren hablar. Pero eso es lo que Dios quiere que hagamos – enfrentarnos a nosotros mismos. Adán, ¿dónde estás? ¿Cómo llegaste ahí? ¿Qué has hecho? Este extracto fue tomado del sermón completo: ¿Dónde está Adán?
