Dios no nos recuerda de nuestros pecados

Categoría: Corte de Sermon

Toda persona necesita una cubierta para su pecado. La única cubierta disponible para pecadores es la obediencia de Jesucristo. Y una vez que Dios ha perdonado nuestros pecados, no nos recordará de ellos para acosarnos o tormentarnos.


Él fue hecho una maldición por nosotros. Él no tenía ninguna conexión personal con el pecado, pero Él se conectó a el porque nos amó. Eso que lo hizo un deudor. Lo que hizo un pecador. Pablo lo dice con denuedo: “Lo hizo pecado…” Por eso Dios lo desamparó. Por eso Dios lo mandó al país lejano. Por eso Él no lo escuchó cuando clamó. Por eso se rehusó a mirar cuando el Salvador sangró y murió. Es algo glorioso esa pequeña palabra: “por”. Es el “por” de substitución. Por nosotros. Mi Sustituto. Mi pecado ahí. En Cristo en la cruz. Y Dios no escatimó, y somos redimidos de la maldición de la ley. Si, lávame, y seré más blanco que la nieve. Hay una fuente llena de sangre, la cual sale de las venas de Emanuel, y pecadores que se sumergen bajo esa torrente pierden todas sus manchas de la culpa. Él arroja nuestros pecados a las profundidades del mar de Su propio olvido. Todas mis transgresiones, todos mis terribles pequeños pecados, todos mis pecados contra aquellos que me aman más. Todas mis transgresiones. Y del propiciatorio, vivo bajo la cubierta de ese sacrificio. De una vez por todas. Consumado es. Señor, ten misericordia de mí, un pecador. Señor, dame una cobertura. Mi pecado necesita ser cubierto. Es todo. Tenemos un gran sumo sacerdote. Bueno, acerquémonos. Vengamos con atrevimiento y encontremos gracia. Todos nosotros, todos los que están aquí esta noche, vengamos ahora. Ven ahora a Cristo por misericordia. Ven por una cobertura. Hay una cobertura aquí. Está disponible para ti esta noche. Esta cobertura para tu pecado está aquí. No te vayas sin la cobertura. Está tejido por la agonía y el sudor sangriento de un Salvador que por Su amor no saldría hasta que te redimiera; hasta que pagara el precio; hasta que limpiara la pizarra. Ve a Él esta noche y dile: Señor, necesito una cobertura. Necesito perdón. Necesito que mi pecado sea olvidado. Pon un velo sobre él. Y el velo es la obediencia de Jesucristo hasta la muerte – incluso hasta la muerte de cruz. No creo que Dios alguna vez nos recuerde de nuestros pecados para acosarnos. Creo que el diablo lo hace. Y en nuestra locura, iremos, y nos sumergiremos y los buscaremos y en nuestra locura los encontraremos nuevamente. El diablo los traerá de regreso. A menudo podemos decir, ah sí, Dios perdona nuestros pecados, pero no perdonamos nuestros propios pecados. Lo debes hacer. Lo debes hacer. Si la sangre de Cristo ha satisfecho la justicia de Dios, puede satisfacer tu consciencia. Debo de poner mi pasado – mi pasado indefendible, la cosa de la que más me avergüenzo en mi vida, la debo dejar atrás. Debo dejarla ahí. Y algunas veces quizás cuando tú das tu testimonio, no necesitas insinuar lo que una vez fuiste porque la gracia te ha cambiado, y la sangre te ha limpiado, y la justicia te viste, y el olvido de Dios lo ha sacado de ti, y Él nunca te lo recordará otra vez. Y el Juez, cuando comparezcas en ese gran día y des cuenta de tu vida, ese Juez será el Salvador quien dio Su vida y derramó Su sangre para que tu seas redimido y sanado. Restaurado y perdonado. Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. Recíbelo esta noche.