Encontré reposo en Cristo

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 Yo quiero compartir acerca de lo que Dios ha hecho por mi alma. Y estoy agradecido, el Señor, Él no me dejó ir. Estaba yo muy perdido. De hecho, yo no tenía la menor idea de que yo estaba perdido. Esa es una de las peores partes de no conocer al Señor, es el estar chocando en la oscuridad, estás ciego, no te das cuenta de que lo necesitas. Y eso fue verdadero para mí. Yo crecí básicamente yendo a la iglesia con mi madre y escuchando sobre algunas cosas de Dios y aun así siendo totalmente ignorante. Y yo pensé que básicamente que lo que significaba ser cristiano y estar bien con Dios implicaba, ir a la iglesia y pensar que creías en Jesucristo. Ambas cosas que yo hacía.

Pero de lo que no me daba cuenta es que mi vida estaba llena de pecado. Y en realidad yo estaba totalmente en un reino diferente, un mundo totalmente diferente. Y ese reino bajo el cual yo estaba me mantuvo engañado por mucho tiempo.

Básicamente yo pensaba que yo era bueno pero conforme yo comencé a crecer, el pecado realmente empezó a surgir. Realmente comenzó a manifestarse, y yo era un hipócrita, totalmente. Y yo estaba realmente avergonzado del Señor. Si me ponías con otros cristianos o si me veías mezclado con compañeros, yo no quería hablar de Cristo. De hecho, cualquier cristiano genuino me enfadaba. No me sentía cómodo alrededor de ellos y yo me escondía del Señor. Pero lo que el Señor comenzó a hacer, Él permitió que el pecado se manifestara en mí.

Y conforme las cosas empeoraban, cosas de las cuales me avergüenzo hoy, me da pena mencionarlas, cosas que están mal, cosas que son pervertidas, malignas y pecaminosas. Cosas en la cuales encontraba gozo y las cuales nunca dejaría que nadie se enterara pero si tú me pudieras seguir lo cual hacía Dios, quiero decir Dios está en todo lugar y Sus ojos lo ven todo. No hay nada que se esconda de su vista y si tú me hubieses visto, verías pecado en mi corazón pero lo que comenzó a hacer el Señor poco a poco fue hacerme ver. Él realmente me estaba haciendo verme a mí mismo porque hasta este punto yo estaba ciego, y lo que el Señor comenzó a hacer…

Cuando yo estaba en la preparatoria yo iba a la iglesia pero yo no quería estar ahí. Hasta mi Biblia, la guardaba en la cajuela del automóvil de mi mamá para que la pudiera sacar y usarla cuando tenía que ir a la iglesia. Pero Él me puso alrededor de verdaderos Cristianos que realmente aman al Señor. Y lo que eso hizo fue mostrarme un ejemplo de lo que una vida dada al Señor debe parecerse. Algunas de estas personas, eran las más chistosas, y nerdas personas en el mundo.

Yo estaba en segundo año de la preparatoria, y recuerdo que había un joven de séptimo grado, y él era tan nerdo pero siempre me daba convicción cuando estaba cerca de él porque él compartía en la iglesia sobre cómo él compartía de Cristo con sus amigos. Él simplemente tenía un amor por Dios, él no tenía vergüenza y yo sí tenía vergüenza.

Y eso me empezó a molestar y me di cuenta que había un problema en mi vida entonces ¿qué es lo que hice? Mi pensar fue básicamente componerme a mi mismo. Pensé que la solución estaba dentro de mí. Yo poseo el poder para cambiar, eso realmente era mi evangelio. Ese fue básicamente el evangelio que yo conocía, salvarte a ti mismo, cambiarte a ti mismo. Entonces, intenté eso.

Los pecados que tenía yo en mi vida a los cuales Dios comenzó a apuntar y mostrarme, yo decidí deshacerme de ellos. Yo tenía 15 años de edad y lo que pasó fue que las cosas comenzaron a ponerse peor.

Y yo no conocía este versículo bíblico en aquel entonces pero en Juan 8 dice, si algún hombre comete pecado, el se convierte en el esclavo del pecado. Sabes qué, el pecar no es un accidente. El pecado no es algo que está en la superficie de tu ser. Está en tu corazón, sale de tu corazón.

Y hay un principio que reina dentro de ti, tú estás bajo el poder del pecado. Yo no sabía eso pero Dios comenzó a enseñarme eso con experiencias propias. Así que, mientras yo intentaba luchar contra el pecado en mi vida, mientras intenté rescatarme, cambiarme a mi mismo, recomendarme a mi mismo ante Dios, en realidad fui cayendo más profundamente en pecado. Y yo sentía la lucha. No me gustaba. En este entonces, el pecado no era mi amigo. Estaba tratando de huir del pecado, estaba tratando de buscar a Dios.

Yo era como el hombre en Romanos 7. Tú sabes, el mandamiento viene a él y él se da cuenta que lo que está haciendo está mal y él intenta dejarlo pero la ley alborota al pecado y eso es exactamente lo que me estaba pasando a mí.

Me sentí condenado, le dije a Dios que Él tenía razón, yo necesitaba detener esto, esto estaba mal, Lo puedo ver tan claro como el día.

Y aún así estaba bajo el poder del pecado. Comencé a sentirme muy culpable y muy agobiado porque yo sabía que yo era un hipócrita y no había nada que yo podía hacer sobre el caso. Yo decía, está bien, soy un hipócrita ¿ahora qué?

Y en la misericordia de Dios Él no me dejó ahí. Si Dios comienza a revelarte tu pecado, eso es un acto de misericordia. Él hizo eso por mí y estoy agradecido. Él no me dejó amar al pecado y disfrutarlo. Él comenzó a causar que yo huyera del pecado y que lo odiara y que me sintiera yo muy cargado.

Entonces lo que sucedió fue que hubo un retiro en la iglesia a la que iba. Fue raro, fue como si hubiese sido la primera vez. Antes yo siempre me sentía forzado a ir a la iglesia, pero esta fue la primera vez tras meses de sentir culpa, que hubo un nuevo sentimiento sobre aquello. Era como si… Dios estaba haciendo algo y yo no comprendía lo que era.

Pero un sábado por la noche yo me busqué estar solo y clamé a Dios. No había nadie en mi alrededor. No había nadie diciendo qué hacer, ni sabía qué decir en mi oración, pero yo necesitaba ayuda. Y comencé a clamar a Dios que Él me tomara, que me cambiara, que me salvara, y realmente todo lo que yo podía decir al principio fue “perdóname perdóname, perdóname.” Solo repetía eso una y otra vez al Señor. Yo estaba tan quebrantado, llorando delante del Señor porque yo sabía que lo malo era… lo que hacía tan pesado a este sentimiento era que Dios es tan bueno.

Era como, yo nunca había conocido la presencia de Dios pero esa noche Dios vino a mí, Era inconfundible, Dios llegó, y era como, Su bondad estaba presente. Su amor y Su valor estaban presentes. Y yo estaba quebrantado. Me sentí humillado hasta el polvo porque había pecado contra un Dios que es bueno. Había pecado contra un Dios que es santo y amoroso y puro.

Un Dios que incluso me amó a mí. Y yo lo sabía, no sé cómo es que lo sabía pero lo sabía. Y yo estaba quebrantado por ello, lleno de remordimiento y pidiéndole al Señor que me perdonase. Y entonces las lágrimas de dolor y arrepentimiento de repente se convirtieron en gozo. Y era como si mi alma fuese inundada con la seguridad que Dios me había aceptado, Dios me amaba y yo le pertenezco a Él. Yo en realidad no sabía la terminología correcta de “soy salvo” no sabía cómo decirlo, pero yo sí sabía esto; yo decía, Jesús es mi Señor. Eso es lo que yo estaba diciendo. Y yo le estaba platicando al Señor, yo decía “Señor” Puedo recordarme diciéndole esto al Señor, “Te doy mi vida, sólo tómala, no la quiero, quiero que sea tuya.” Era como, como rendirse, pero era un rendirse feliz.

Y eso es en realidad lo que significa en la Biblia cuando te ves como un pecador. Cuando empiezas a sentirte cargado, Cristo dice, Ven a Mí, y eso es lo que yo hice. El Señor me trajo a sí mismo, y cuando yo llegué descubrí que su yugo no era pesado. Su carga no era una carga pesada, era liviana. Y ese es el caso cuando se trata de caminar con el Señor. ¿Por qué es así?

Porque yo sabía que mis pecados me fueron perdonados, porque yo sabía que Dios me había lavado de todo tipo de culpa. De toda esa suciedad en la cual yo había vivido, toda esa hipocresía, era como si, como si todo había desvanecido Era como si todo hubiese sido arrojado y Dios no iba a recordar nada de ello.

Y yo me sentí tan amado y cerca de Dios. Mi alma estaba llena de gozo y paz e incluso en la vida cristiana, tú preguntas ¿Es fácil ser cristiano? No, no es fácil ser cristiano. Al contrario, las Escrituras dicen que habrá muchas aflicciones para los justos y el mundo te va a odiar si tú amas al Señor. Vivimos en un mundo lleno de maldad, y si tú amas al Señor el mundo te va a despreciar.

Yo lo experimenté, perdí muchos amigos rápidamente en la preparatoria. No lo podía contener. Yo lo quería compartir con ellos pero ellos decían, “lárgate de aquí.” Pero a mí no me entristecía perder a mis amigos. No era algo pesado para mi porque la paz de Dios había entrado en mi vida.

Su perdón me cubría y si tú sabes lo que significa ser justificado, si tú sabes lo que es ser sin mancha en sus ojos, es como si tu mundo es firme y así era para mí de inmediato, eso es lo que el Señor hizo en mi vida y estoy muy agradecido de seguir al Señor y caminar con Él. No importa ahora lo que pase o lo que otros digan en esta vida cristiana.

Les he dicho a muchas personas recientemente que Su palabra dice esto, que el camino del justo brilla más y más hasta el día final. Y eso es cierto aun cuando Dios te da más, más pruebas, más cosas con que lidiar, más cosas en las cuales caminar, más pecado contra el cual pelear, más batallas. Él da gracia. Y con los años Dios me ha enseñado más y más.

Al principio yo realmente no sabía nada, yo sabía que Dios me amaba, Yo sabía que Él me había perdonado, que Jesucristo había muerto por mí. Pero conforme vas avanzando en tu vida cristiana Dios te va mostrando más la profundidad de Su amor, más del poder de Su salvación y la finalidad de ella, la seguridad de ella.

Yo recuerdo cuando yo tenía 18 año de edad, escuché a un hombre predicar, Y él citó una línea de un himno que nunca había escuchado antes. Yo no crecí escuchando himnos o cantando himnos lo que es una tristeza porque creo que este me hubiese hecho bien. Él dijo, el autor del himno dice “nada en mis manos traigo, simplemente a la cruz de Cristo me aferro,” Y cuando el Señor me enseñó eso yo había sido cristiano como 3 años. Cada vez más ha habido más profundidad del perdón que Dios tiene.

La libertad del Evangelio, que Él te invita a venir y sostenerte del Señor Jesucristo. No puedes lavarte a ti mismo para venir a Él, yo lo intenté y fallé miserablemente.

Esa es esclavitud, es la muerte, te dirigirá directamente al infierno si haces eso. Pero si tú vienes al Señor con las manos vacías, ¿qué puedes dar al Señor para impresionarlo?

NADA. ¿Qué puedes hacer para recomendarle tu alma al Señor? NADA. Pero si tú vienes al Señor con manos vacías como un niño, ese versículo dice que puedes aferrarte a la cruz.

Y cuando el Señor me enseñó eso, eran como nuevos niveles de gozo que jamás había conocido antes. Un nuevo nivel de reposo en el Señor, por eso la Biblia habla tanto del reposo. ¿Por qué la Biblia habla tanto en el Antiguo Testamento sobre el día de reposo? O sea, ¿Por qué siempre está diciendo, Él le ordena a Su gente a descansar; tú descansarás. Y el Señor me enseñó eso cuando yo tenía 18.

Era como que Él me estaba mostrando más la profundidad de la salvación que Cristo ganó para nosotros en la cruz, la que Él compró para Su pueblo para reposar en Él, para venir con las manos vacías a Él, y continúa siendo así conforme camino con el Señor, El continúa a mostrarme más cosas que no conocía sobre Su bondad, sobre su gracia. Y sobre el simple el hecho que Dios tiene gracia para mí, aun antes de que yo caminara hacia Él, cuando aun yo era Su enemigo, Cristo murió por mí. Él demostró Su amor para mí, Su gracia fue marcada sobre mi vida.

Era como si hubiese estado sobre mí todo este tiempo pero que yo no tenía idea. Pero el amor de Dios, lo dice en Salmos 103:17, que su amor permanece para siempre con los que le temen. Y Dios comenzó a enseñarme eso también. ¿Dónde terminará? ¿Dónde se le terminará la gracia a Dios? Pues, nunca. Todas las riquezas de toda la plenitud están escondidas en Cristo.

Todo Tesoro, y no puedes, es insondable, no puedes comprender las profundidades. Así es que espero con paciencia conocer más sobre quién es Dios y ¡qué Salvador tenemos! Qué Señor, qué Dios servimos.